Estamos tan acostumbrados a ir con prisas, a planificar cada día, que dejamos correr nuestra vida sin ser conscientes de ella. Al fin y al cabo vivir es disfrutar del placer de dar un paseo allí donde estés con la mujer que amas, es observar cómo aparecen hojas nuevas en primavera, percatarse de los colores o pararse a observar cómo corretean las ardillas. Vivir es ser consciente de los momentos, elegir cómo vivirlos y decidir qué hacer con ellos, como si fueran únicos, que lo son.
Os quiero contar la historia de un niño que iba a la playa muy de madrugada a recoger estrellas de mar que habían quedado sobre la arena, y las volvía a poner dentro del agua.
Un señor un día se le acercó y le preguntó: “¿Qué estás haciendo?”
“Estoy recogiendo las estrellas de mar que quedaron atrapadas en la playa y las devuelvo al agua antes de que el sol las queme y se mueran” – respondió.
“¿Pero no ves lo enorme que es esta playa? ¡Hay miles de estrellas de mar en la arena y en todas las playas del mundo! ¿No te das cuenta que lo que estás haciendo no sirve para nada?” – dijo el señor.
El niño cogió otra estrella, la devolvió al mar, se paró, miró fijamente a los ojos del hombre y contestó: “Ahora pregúntale a esta estrella de mar si lo que estoy haciendo no sirve para nada”.
Es un lujo hacer aquello que te gusta y en lo que crees, poder soñar y compartir los sueños, tu tiempo y los momentos especiales con las personas con las que merece la pena. Creo que hay que deleitarse de cada obra, de cada momento, ya sea aquí, en Soria o donde sea que estés; hay que creer en uno mismo, actuar y dar ejemplo. Tú también eres ese niño en la playa, haz lo que creas que merece la pena. Sigue tirando estrellas al mar.